La militancia sindical y feminista se va incrementando cada año, y el carácter del movimiento es cada vez más global y está integrado desde la transversalidad acogiendo a distintas generaciones de mujeres, desde aquellas que comenzaron con la petición de derechos reales y cambios legislativos en los años 70, a las hijas y nietas que han seguido su estela, pero ya con un trecho de camino andado y con derechos conquistados. Las feministas tenemos muy buenas razones para estar satisfechas por el resultado de años de lucha desde diferentes foros, localidades, ímpetus y responsabilidades, pero aún se necesitan más cambios, más apoyos, más compromisos y más gente remando en la misma dirección.
Desde FSC-CCOO no hemos dejado de trabajar, y el objetivo es no dejar de hacerlo, pero no todo depende en exclusiva de nosotras. Por ello, seguimos utilizando el 8 de marzo, como día de reivindicación y de encuentro, y como demanda, solicitando que se unan más fuerzas a nuestro presente, a nuestro combativo 8M.
Desde de FSC-CCOO demandamos:
- Elaborar y defender nuestra agenda. Las mujeres no podemos dejar que nos impongan la agenda, somos nosotras las que conocemos las necesidades, y los tiempos que se precisan. Es una agenda constructiva para seguir trabajando, y sumando mujeres y hombres que nos acompañen en el camino, utilizando nuestra habilidad y experiencia. Debe ser una agenda de presente y de futuro, siempre mirando hacia delante, aunque sin olvidar de dónde venimos. Hemos logrado muchos retos, pero el propósito final es conseguir la igualdad real. Se gana con empoderamiento, con sororidad. Nuestra pluralidad no debe apartarnos de lo que nos une.
- Hacer pedagogía, con un discurso preparado, único y universal que tenemos que repartir en todos aquellos lugares donde nos movemos, distinguiendo nuestro feminismo del que vende la derecha.
- Saber que el presente son los cuidados, porque tenemos el derecho a ser cuidadas y cuidados y la obligación de cuidar con tiempo y con corresponsabilidad, no como tarea de mujeres, sino de hombres y mujeres.
- Defender lo social y lo público como antídoto de las políticas liberales que pretenden devolvernos al hogar, exclusivamente al mundo doméstico y de los cuidados, excluyéndonos de la esfera pública. Debemos defender nuestra apertura al mundo del trabajo, y para ello se necesitan servicios públicos de calidad que ayuden y colaboren para el cuidado de las familias.
- Luchar por el empleo de calidad, por las promociones y la formación contra la parcialidad, la temporalidad y los bajos salarios. Obligar a las empresas a la formación en igualdad en el ámbito laboral.
- Participar en la negociación colectiva. Fomento de medidas de flexibilización horaria, bolsas de horas de cuidados, mejora de los permisos o adaptación de jornada, entre otras iniciativas que faciliten la conciliación y promuevan la corresponsabilidad, en el marco de la negociación colectiva y adaptadas a la realidad de cada empresa, centro de trabajo o sector.
- Erradicar la brecha salarial. Los planes de igualdad, que tanto nos han ayudado a ver la realidad y a tratar de corregirla, no han acabado con las desigualdades salariales. Hay que perseguir a todas aquellas empresas que, conociendo la brecha dentro de su plantilla, camuflan resultados para no tomar medidas.
- Reforzar la salud laboral y la detección de enfermedades profesionales, mientras “ellos se accidentan y ellas se desgastan” (OIT). Deben ser obligatorias las evaluaciones de riesgos laborales con perspectiva de género, para que las mujeres tengan visibilidad y atención en los problemas de salud en el trabajo.
- Seguir trabajando contra las violencias machistas, en el trabajo y en la sociedad. No permitir que las empresas carezcan de un protocolo de acoso sexual y por razón de sexo pactado con la RLPT o, de no existir, con las personas trabajadoras.
- Eliminar el impacto de género de la digitalización. Existe una brecha digital de género, pues solo alrededor de un 13% de mujeres trabajan en carreras y empleos especializados, porque no han tenido acceso a tecnologías de la información y la comunicación. Esta falta de preparación impacta directamente en el empleo y obstaculiza el camino a carreras laborales mejor remuneradas y consideradas. La formación es la clave.